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domingo, 28 de julio de 2013

MONTSERRAT, NATURALEZA, ESPIRITUALIDAD, GRIALES Y OVNIS I

A solo 50 km de Barcelona, a caballo entre las comarcas de l’Anoia, Baix Llobregat y el Bages, se eleva el imponente macizo de Montserrat.

Macizo de Montserrat

Como es bien sabido, en esta formación rocosa se erige el santuario de la Virgen de Montserrat, patrona de Cataluña, la popular “Moreneta”(morenita), sobrenombre debido al color negro que presenta la imagen románica del siglo XII. Este color parece ser que es producido por el envejecimiento del barniz que recubre la madera, aunque han corrido ríos de tinta con todo tipo de especulaciones sobre el por qué de este color que también se puede apreciar en tallas europeas de la misma época, las llamadas vírgenes negras.

Imagen de la Virgen en la basílica


La primera vez que contemplas Montserrat, aunque no hayas oído hablar de ella ni la conozcas, su singular orografía te atrapa y no puedes dejar de sorprenderte por las extrañas formas que adopta la montaña.
Su mismo nombre ya nos da una pista de que no hemos sido los únicos sorprendidos por sus caprichosas singularidades, porque la traducción literal de Montserrat es monte-serrado o monte-aserrado, ya que parece que realmente alguien haya cogido una sierra descomunal y se haya entretenido moldeando el macizo.

paisaje típico de Montserrat

Semejante montaña que se eleva bruscamente en medio del valle del Llobregat y que tiene una orografía muy singular con formaciones rocosas que hacen volar la imaginación como el Cavall Bernat (este es un nombre eufemístico, cavall=caballo, para lo que realmente se quería designar: carall=carajo), les Agulles (agujas), el Serrat del Moro, el Elefante, etc, etc, etc. no podía devenir sino en un punto místico y espiritual para los creyentes cristianos, en un lugar mágico para los esoteristas y hasta en un lugar de avistamiento de OVNIs para los ufólogos.

El famoso cavall/carall Bernat

Para comprender la morfología de Montserrat podemos optar entre dos explicaciones muy diferentes.
Una es la que nos ofrecen en el famoso canto montserratino que podemos escuchar cada día interpretado por la escolanía, el Virolai:

Amb serra d’or els angelets serraren
eixos turons per fer-vos un palau;
Reina del Cel que els Serafins baixaren,
deu-nos abric dins vostre mantell blau.

Con sierra de oro los angelitos aserraron
esos cerros para haceros un palacio
Reina del Cielo que los Serafines bajaron,
cobijadnos bajo vuestro manto azul.

La otra, menos glamurosa pero igualmente fantástica es la que nos explica que durante la época Terciaria, la ahora montaña era el delta de un enorme río torrencial que había arrastrado toneladas y toneladas de piedras y guijarros mezclados con margas y greses que durante miles de años se fueron acumulando hasta que la gran orogenia alpina que transformó toda Europa y Asia levantando entre entras cadenas montañosas los Pirineos, los Alpes, los Cárpatos y el Himalaya, también elevó el macizo de Montserrat. La acción posterior erosionadora del agua sobre materiales tan heterogéneos como los que configuran los típicos conglomerados de Montserrat, fue modelando las agujas, brechas y cuevas que podemos admirar hoy.

Conglomerado de Montserrat, hormigón en masa natural

A la humanidad siempre le han atraído las montañas y las ha considerado como moradas para sus dioses. Ya los dioses de la Grecia clásica habitaban en una de ellas, el monte Olimpo, el Dios hebreo, Yahveh,  se comunicaba con Moisés también desde una, el Sinaí y así tantas y tantas montañas sagradas que hay por el mundo. Siguiendo esta querencia, monte o colina que vemos, monte o colina donde colocamos una ermita o al menos una cruz o una virgencita si es que está demasiado alta para que suban los albañiles.

Una montaña tan especial como Montserrat no iba a ser menos. Cuenta la leyenda que en el año 880 unos niños pastores encontraron una imagen de la Virgen en una de las numerosas cuevas naturales que se encuentran en Montserrat. Como hace siempre cualquier “encontrador” de imágenes que se precie, los pastorcitos acudieron a la autoridad eclesiástica más a mano, en este caso el obispo de Manresa monseñor Vila. El señor obispo, como hace toda autoridad que se precie, decidió llevarse la imagen milagrosa lo más cerquita posible de su casa, ya que la subida a Montserrat no es cosa de hacerla todos los días, sobre todo en aquellos tiempos  sin coches, teleféricos ni cremalleras. Pero la imagen, como hace toda imagen encontrada que se precie, se volvió tan pesada que ni entre todos los fornidos mozos manresanos pudieron levantarla del sitio. El obispo de Manresa después de varios intentos fallidos para hacer la mudanza decidió que aquello debía ser un capricho virginal de quedarse para siempre en Montserrat y decidió que en el mismo lugar del hallazgo harían una capilla, la ermita de Santa María, embrión de lo que hoy es el santuario.

Imagen de la Virgen en la Santa Cueva

Sobre el año 1011 se fundó el monasterio de monjes benedictinos que hasta hoy en día está instalado allí. Entre los siglos XII y XIII se construyó el primer santuario en estilo románico, de hecho la famosa y venerada imagen actual de la Virgen data de esta fecha. En 1592 se construye la basílica moderna, pero la guerra contra Napoleón en el siglo XIX asoló el santuario que fue incendiado dos veces y se tuvo que reconstruir por entero ya que solo quedaron en pie las paredes desnudas, perdiéndose gran parte de sus tesoros. En 1881 la Virgen de Montserrat fue declarada Patrona de Cataluña, al año siguiente al milenario de 1880.
Hoy en día la comunidad benedictina cuenta con unos 80 monjes y posee una de las mejores bibliotecas de España. La escolanía de niños cantores, que residen en el monasterio, es famosa y está considerada la escuela de canto más antigua de Occidente, ya que fue fundada en el siglo XIII.

Vista del Monasterio y la Basílica


En la visita a Montserrat es imprescindible visitar la Santa Cueva, lugar originario donde se cree que apareció la imagen de la Virgen. La capilla es una construcción con tres caras ya que una de ellas es la propia roca de la cueva donde está una réplica de la imagen. Arquitectónicamente no es ninguna maravilla pero si la miramos de lejos, nos impresiona su colocación colgando al borde de un gran precipicio y su integración en la montaña. Es curioso visitar la sala de exvotos y contemplar la variopinta colección de trajes de novia, comunión, cascos de motoristas y ropita de bebé entre otras muchas cosas que van renovando continuamente para dar paso a las nuevas que van llegando.

La Santa Cueva vista desde el camino del Vía Crucis

El camino hasta la Santa Cueva, el Vía Crucis, es una maravilla, la bajada desde el monasterio se hace tranquilamente contemplando el paisaje que se extiende a nuestros pies, ya que siempre vamos bordeando la montaña. Para volver ya sufrimos un poco más porque aunque de forma más o menos suave, siempre vamos subiendo. Por si a medio camino ya no podemos más, está la opción de coger el cremallera de vuelta a la explanada, pero para ir recomiendo encarecidamente hacerlo caminando y contemplar las estaciones del Vía Crucis modernista diseñado por Enric Sagnier con un cierto estilo gaudiniano, aunque quedan unos pocos vestigios después de su destrucción durante la guerra civil y las del Rosario monumental, con algunas estaciones de Gaudí, Puig i Cadafalch y Sagnier, con esculturas de Llimona entre otros.

Una estación del Rosario Monumental

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